Mejorando los frutos del sistema cambiario del país

El sistema cambiario de nuestro país, de flotación administrada, es el más adecuado para mercados imperfectos como el nuestro. En él, el Banco Central interviene únicamente cuando se producen variaciones bruscas en el tipo de cambio, con el fin de preservar el equilibrio: mantiene la libertad, pero la acompaña de una intervención estabilizadora. Décadas de estabilidad incuestionada son testimonio de ello.
Sin embargo, todo lo perfectible exige pasos hacia adelante, y eso es lo que ha hecho la Junta Monetaria al modificar el Reglamento que rige este mercado. Ahora, todas las compras y ventas de divisas que superen los diez mil dólares o los diez mil euros deberán ser reportadas al Banco Central a través de la plataforma electrónica. Asimismo, la institución sancionará y suspenderá a los intermediarios autorizados que incurran en prácticas contrarias a la normativa.
Con ello se asegura la trazabilidad de las operaciones, cerrando espacios a maniobras extrañas o ilegítimas. Y dado que la medida surge tras las recientes presiones que tensionaron al mercado, se interpreta que, aunque es normal que en septiembre aumente la demanda de divisas para la reposición de inventarios, también pesó un componente especulativo en esas turbulencias.
Lo que se busca, en esencia, es reforzar la transparencia de los flujos de divisas, para contar con mayores herramientas que permitan detectar operaciones inusuales, prevenir el lavado de activos, evitar la evasión fiscal y frenar maniobras que distorsionan el tipo de cambio.
En verdad, con las decisiones adoptadas este jueves 11 de septiembre, la Junta Monetaria ha sembrado un camino fértil. Y con mayor cuidado, ese sendero puede conducir a frutos más ricos, de mejor calidad y más perdurables.