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La dermatitis atópica puede llegar a inflamar el cerebro y causar depresión

La piel es el órgano más extenso del cuerpo y también uno de los más expuestos. La dermatitis atópica (DA), una enfermedad inflamatoria crónica, no solo se manifiesta con síntomas físicos como picazón o enrojecimiento.

En algunos casos, también afecta la salud emocional de quienes la padecen, provocando ansiedad o depresión tanto por una inflamación en el cerebro como por el impacto emocional en la autoestima de quienes la padecen.

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¿Qué es la dermatitis atópica?
La dermatitis atópica, también conocida como eccema, es una enfermedad crónica de la piel que provoca sequedad, inflamación y picor intenso.

De acuerdo con la Mayo Clinic, esta condición suele manifestarse en la infancia, pero también puede aparecer por primera vez en la edad adulta.

Este tipo de dermatitis se caracteriza por la aparición de áreas de piel enrojecida, engrosada, con descamación y una picazón persistente que puede volverse insoportable.

Los brotes suelen alternarse con periodos de mejoría, pero incluso en ausencia de síntomas graves, la piel puede permanecer sensible e irritable.

Aunque no es contagiosa, su curso prolongado y los brotes frecuentes pueden afectar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen.

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Impacto de la DA en la calidad de vida
La dermatitis atópica no solo afecta la piel, también puede alterar el bienestar emocional y psicológico.

El picor constante, el dolor y las lesiones visibles pueden dificultar la realización de tareas cotidianas, desde dormir adecuadamente hasta mantener la concentración en el trabajo o en los estudios.

Esta incomodidad física genera muchas veces fatiga, ansiedad y una profunda sensación de frustración.

De acuerdo con la Organización Medical Impact, algunos pacientes experimentan inseguridad por su apariencia, lo que les lleva a evitar situaciones sociales o incluso desarrollar fobia al contacto físico.

A menudo, sienten que los demás perciben su enfermedad como algo contagioso, lo cual alimenta el aislamiento social y la baja autoestima.

¿Inflamación cerebral por DA y depresión?
Durante una conferencia de prensa organizada por la farmacéutica AbbVie, la doctora Lucía Achell Nava, especialista en dermatología, explicó que la dermatitis atópica puede estar asociada con trastornos mentales, especialmente la depresión.

Según lo expuesto por la doctora, este vínculo no se explica únicamente por factores sociales o estéticos, como el rechazo o la preocupación por la apariencia física, sino también por procesos biológicos más profundos.

Uno de los aspectos mencionados por la doctora Achell es la posibilidad de una inflamación a nivel del cerebro como parte del mecanismo que conecta la dermatitis con los trastornos del ánimo.

Esto implica que no solo se trata de cómo la persona se siente por su piel, sino también de cómo la enfermedad podría estar afectando directamente el funcionamiento del sistema nervioso.

Esta teoría ha sido respaldada por una publicación reciente en el Journal of Clinical Medicine, que plantea que las sustancias inflamatorias presentes en la piel y la sangre de personas con dermatitis atópica pueden cruzar la barrera hematoencefálica —una protección natural del cerebro— y alterar su funcionamiento.

Este fenómeno podría desencadenar estrés oxidativo, afectar neurotransmisores como la serotonina (clave para regular el estado de ánimo) y disminuir la producción de nuevas neuronas, lo que contribuiría a síntomas como depresión, pérdida de memoria, dificultad para concentrarse e incluso ideación suicida.

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Un abordaje integral para los pacientes con DA
La DA es una enfermedad compleja que puede afectar la salud emocional, cognitiva y social de quien la padece.

Por eso, es de ayuda que los profesionales de la salud integren en su enfoque el acompañamiento psicológico, el control del estrés, el tratamiento del insomnio y, en algunos casos, la derivación a psiquiatría o terapia cognitivo-conductual, como menciono la dermatóloga.

Desde una perspectiva médica, el abordaje ideal incluye:

  • Tratamiento dermatológico personalizado (tópicos, inmunomoduladores, terapias biológicas).
  • Evaluación de salud mental periódica.
  • Apoyo emocional y psicoeducación del paciente y su entorno.
  • Control del sueño y reducción de estímulos que puedan generar brotes.

Comprender esta conexión permite mejorar la calidad de vida de los pacientes, diseñar tratamientos más completos y, sobre todo, validar su experiencia más allá de lo que es visible.