¿Se puede ser feliz a cualquier edad?

La felicidad es una de las metas vitales para cada uno de nosotros. Muchos autores de diversos sectores e intereses han dedicado sus letras a tratar esta aspiración humana. La poesía, la literatura, la investigación médica y psicológica, la filosofía y también la economía han dedicado su atención a la felicidad. Conocerla, identificarla o experimentarla son focos de investigación en la actualidad; en especial frente al fenómeno de la longevidad.

No se puede hablar, de hecho, de una sola definición de felicidad. Quizás una de las más extendidas es que no experimentamos una situación feliz absolutamente plena el cien por cien de nuestro tiempo y de nuestras vidas. La doctora en psicología de la Universidad de Chile Mariane Krause ha afirmado que: “desde la psicología la felicidad es una experiencia subjetiva, y lo que tenemos en la vida son momentos de felicidad.”

La ciencia económica tampoco es indiferente a los efectos de la felicidad y se ha preocupado de conocer cómo nos influye a lo largo de nuestra vida. Un estudio reciente de la London School of Economics, que ha tenido una importante repercusión mediática, reveló que hay dos periodos vitales en los que nos sentimos potencialmente más felices. El primero de ellos se sitúa en torno a los 23 años. Es el momento en que muchos finalizan sus estudios y afrontan la entrada en el mercado laboral experimentando una fuerte energía vital y sintiéndose plenos de posibilidades… lo que se suele conocer como “con ganas de comerse el mundo”.

Sentirse felices incide en la esperanza de vida

Tras ese pico hay periodos de menos intensidad que se tienen que medir teniendo en cuenta la estabilidad emocional tras cada experiencia de la vida o momento vital, según ha indicado Hannes Schwandt, líder de la investigación.

El siguiente momento para sentirse más feliz o periodo álgido de felicidad es en torno a los 69 años. Es cuando, aún disfrutando de una relativa buena salud y buenas facultades físicas y mentales, son sentimos contentos de poder compartir nuestra vida, obra y experiencias con nuestra familia –sobre todo con hijos y nietos- y con amigos y colegas. Es algo así como un periodo de plenitud que aporta una gran autosatisfacción. Es una situación en la que sentimos que nos liberamos de muchas autolimitaciones y estamos dispuestos a disfrutar más de la vida.

Por último, hay que dejar constancia de que a nivel médico se prescriben recomendaciones para evitar la tristeza vital y buscar la felicidad. Por ejemplo, se puede nombrar una serie de prescripciones publicadas en la revista Canadian Family Physician y que se resumen en las siguientes tres recetas fundamentales para aumentar el placer de la existencia:

1.- Pasar tiempo activo al aire libre, preferiblemente en un ambiente natural, cada día.

2.- Pensar, todos los días, en tres cosas por las que nos sentimos agradecidos.

3.- Debemos rodearnos de personas que nos apoyen. Suelen ser perfiles de personas positivas, que practiquen la escucha activa sin emitir opiniones que nos anulen.

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