“El resplandor” obra con demasiados finales y obsesiones

Teorías conspiradoras, las obsesiones de Stanley Kubrick y un desatado Jack Nicholson. Un laberíntico Hotel Overlook y unas siniestras gemelas. Son muchos factores los que convierten a «El resplandor» en una de las más alabadas películas de terror de la historia del séptimo arte. Pero, por si no era suficiente, este clásico del cine consiguió dejar con la boca abierta al público (de nuevo) cada vez que salía a la luz un nuevo final del filme.

Hace apenas dos años, salió a subasta material inédito facilitado por Emilio D’Alessandro, quien trabajó como asistente del director de la cinta, Stanley Kubrick. «Corte de larga duración de la película original ‘El resplandor’ que contiene la escena en la que Wendy, interpretada por Shelley Alexis Duvall, lleva en brazos a Danny (Danny Lloyd). Estos cortes, entregados por Kubrick a D’Alessandro, son particularmente raros porque el director quemó todas las sobras al final de la edición», rezaba la descripción ofrecida por la casa de subastas. El precio de salida estuvo en 3.700 dólares.

Un poco antes, el 22 de octubre 2011, unos cuantos neoyorquinos pudieron ver a Kubrick en estado puro. En la sala Dryden Theatre se proyectó «El resplandor» tal y como la concibió el cineasta en un primer momento. La versión que el público actual conoce fue convencida cuando, ante el escaso éxito de la cinta, Kubrick modificó el montaje final quedando para la posteridad la versión más corta de la película, estrenada en 1980.

En este montaje original, los espectadores pueden ver cuatro minutos más de metraje y, lo que parece el mayor atractivo, un nuevo final. En este epílogo aparecen dos policías en busca de Jack Torrance (Jack Nicholson). Pero, por una extraña razón, aunque tienen el cuerpo delante no pueden verlo. Incluso, se puede ver a Wendy hablando con el gerente del Overlook que intenta convencerla de que nada sobrenatural pasó en el hotel y que su marido está desaparecido.

Una no muy exitosa secuela
Aunque han pasado 40 años, el relato de «El resplandor» sigue estando presente en el imaginario colectivo. Tanto que el año pasado se pudo ver en las salas de cine españolas su secuela: «Doctor Sueño». Si el filme de Kubrick contaba la historia de Jack Torrance, un exprofesor que acepta un trabajo como vigilante en un hotel solitario en la montaña y termina sufriendo trastornos de personalidad, en «Doctor Sueño» el protagonista es su hijo, Danny Torrance, un adulto plagado de traumas y temores que asiste cada día a sus reuniones de Alcohólicos Anónimos, a quien da vida Ewan McGregor.


«Esta es una adaptación de la novela Doctor Sueño, pero también es un homenaje a Kubrick y su filme El resplandor. El director une sus ideas con el universo cinemático de Kubrick y, al mismo tiempo, respeta la obra de King», explicó McGregor a María Estévez, corresponsal de este periódico en Los Ángeles. «No me considero un fan. No te voy a negar que esos filmes me dan miedo y a mí no me gusta sentir miedo. Sin embargo, como actor quiero tocar todos los géneros. Tengo la suerte de no haber caído nunca en un estereotipo que me limitara en mi trabajo. Me gusta encontrar guiones diferentes, representar papeles que no haya hecho antes. Después de Fargo y de aparecer en la televisión, decidí tomarme un tiempo para trabajar en el teatro y volver a tensar esos músculos».

Las obsesiones de Stanley Kubrick
Stanley Kubrick descansa desde hace exactamente 20 años bajo a su árbol preferido, que se encontraba en el terreno de su casa en Hertfordshire, Inglaterra. El director solía sentarse junto a él. Sentía que aquel era un lugar seguro y tranquilo. Puede que eso fuera lo que le llevó a pedirle a su esposa poco tiempo antes de que sufriera un ataque al corazón que lo enterraran allí. Este es solo un ejemplo de por qué el legado que dejó está construido a base de sus obsesiones.

«Un día Stanley se me acercó y me dijo: ‘Jack, cada escena que quiero hacer siento que ya se hizo antes, por eso nuestro trabajo es otro: nuestro trabajo es hacerla mejor’», contó Jack Nicholson. Y así lo hizo. Una de las actrices que más lo sufrió fue Shelley Duvall, quien interpretó a Wendy Torrance en la citada película. La actriz tuvo que repetir hasta 127 veces la escena del bate, consiguiendo el Récord Guinness a la escenas con más tomas jamás realizada. Kubrick consiguió que el llanto de la intérprete fuera real.

Duvall terminó perdiendo el pelo a mechones por el estrés. Además de tener que repetir las escenas hasta la saciedad, Kubrick la marginó durante el rodaje, le quitó frases del guion y prohibió a cualquiera en el set que fuese amable con ella. Quería machacarla psicológicamente hasta que se convirtiera en su propio personaje. «Puede que le odiara entonces, pero ahora lo veo como un director muy importante que me dio el papel de mi vida y me hizo la clase de actriz que nunca me hubiera atrevido a ser», confesó Duvall.

No fue el único Récord Guinness que consiguió Stanley Kubrick. Lo obtuvo con «Eyes Wide Shut», protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman. Su obsesión con la perfección hizo que el rodaje de la película durara 400 días en lugar de los cerca de cien que tenían previstos. La grabación de esta casi duplicó el tiempo que necesitaron para rodar la trilogía de «El señor de los anillos», que «solo» necesitó 274 días para las tres películas.

Su obsesión con la interpretación perfecta no era la única. Como fotógrafo, sentía una fijación por el encuadre, que tenían que ser matemáticamente perfectos, algo visible desde sus primeras fotografías. El videoensayista Kogonada consiguió plasmar su obsesión y mostrar al público. Esta obsesión le llevó a desechar días enteros de trabajo. «Una escena (de ‘Barry Lyndon’) con miles de velas tomó una semana entera para poder realizarla. Cuando ya estaba hecha fue eliminada del metraje. El asistente del director me dijo que Stanley la miró y no le gustó cómo había quedado. Ahí fue cuando me enamoré de él. Pensé ‘¡eso es poder!’», confesó Murray Melvin.

Son muchos factores los que convierten a «El resplandor» en una de las más alabadas películas de terror de la historia del séptimo arte. Pero su puesta en escena no debería eclipsar lo sucedido tras las cámaras, filtrado en un video de Youtube. Si el desequilibrado Jack Torrence ya provocaba escalofríos en la película, la preparación de Jack Nicholson para su emblemática escena da todavía más pavor. «¡Matar, matar!» o «soy un asesino con un hacha», son algunas de las frases de Nicholson mientras salta de forma espasmódica.

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