Austeridad, una carta de emergencia para reducir gastos

El presidente de la Repú­blica, Luis Abinader, anun­ció ayer nuevas medidas para intentar reducir el gasto público, establecien­do por decreto restriccio­nes operativas en las insti­tuciones públicas y de sus funcionarios.

Con el decreto 396-21, el mandatario limitó gas­tos relacionados con viajes al exterior, compra de ve­hículos de lujo, remodela­ciones de alto costo, aga­sajos y celebraciones.

La orden restringe las donaciones, obsequios, uso de instalaciones pri­vadas para la realización de actividades, y hasta el uso de personal policial o militar asignado a funcio­narios públicos, con muy contadas excepciones.

Estas medidas anun­ciadas ayer han sido recu­rrentes en pasadas gestio­nes de Gobierno, aunque no se sabe, a ciencias cier­tas, la efectividad que han tenido.

En todos los gobier­nos sucedidos después del ajusticiamiento del tirano, Rafael L. Trujillo, se han anunciado medidas o pla­nes de austeridad enfoca­dos en reducir el gasto pú­blico y el dispendio de los recursos del Estado.

En los siete meses del Go­bierno del profesor Juan Bosch (1963) se aplicaron acciones de austeridad que iniciaron con la rebaja de su propio sueldo y el de sus fun­cionarios. También con la re­ducción de la nómina públi­ca, sobre todo la del servicio exterior.

En 1966, el presiden­te Joaquín Balaguer, hizo aprobar una Ley de austeri­dad en la que congelaron to­dos los salarios públicos y se prohibió aumentar la nómi­na. Con el tema del endeu­damiento, tanto Bosch como Balaguer se manejaron con precaución. A decir del eco­nomista e historiador Ber­nardo Vega, “a excepción del lamentable caso de la Over­seas, Bosch fue austero, y Ba­laguer solo aceptó préstamos para proyectos de inversión y en condiciones muy blan­das con organismos públicos multilaterales y bilaterales”.

En el 1982, Salvador Jor­ge Blanco también asumió un plan de austeridad que in­cluyó la reducción de su suel­do en un 40%

En su “plan de emergencia de recuperación nacional”, Jorge Blanco dispuso que nin­gún sueldo (exceptuando el del presidente y vicepresiden­te de la República) fueran su­perior a RD$2,225. Dispuso también que los gastos de re­presentación a los funciona­rios del Estado, incluyendo al Presidente y Vicepresidente, no excedieran el 20% del suel­do, debiendo en todos los ca­sos ser justificados.

Asimismo, decidió supri­mir las asignaciones que se concedía a los funcionarios, como pago de cuotas a clu­bes sociales, tarjeta de cré­dito o cargo a cuenta de los departamentos, por gastos personales de los funciona­rios o sus familiares, asigna­ciones para gasolina y pa­gos por utilización de sus vehículos.

En 1986, al volver al po­der, Balaguer dispuso un congelamiento de los suel­dos públicos y la suspensión temporal de la publicidad oficial. El plan de austeri­dad abarcó la cancelación de miles de empleados y la supresión de entidades es­tatales.

Otras medidas tomadas por Balaguer fueron en 1994, empujado por el déficit acu­mulado durante los primeros años del 1990, que afectaba seriamente la sostenibilidad de las finanzas pestatales, se dispuso la suspensión de nuevos nombramientos y de gastos no contemplados en el Presupuesto.

Leonel Fernández, en su primer mandato (1996-2000) también necesitó aplicar acciones de austeri­dad e igual se inclinó por el congelamiento de nombra­mientos, ya que el gasto en sueldos públicos se había disparado de RD$400 mi­llones al mes a RD$900 mi­llones.

Hipólito Mejía (2000-2004), igual anunció un plan de cuatro meses, en el que in­cluyó la rebaja de sueldos a los funcionarios, eliminación de los celulares y la supresión de gastos “innecesarios”. Se prohibieron las cenas y los al­muerzos “superfluos”. Con el recorte de un 10% a los suel­dos de los altos funcionarios, Mejía creó el “Fondo de Lu­cha Contra la Pobreza”.

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