Negocios dominicanos en crisis por estragos del coronavirus

El cierre por los estragos del coronavirus de cientos de negocios dominicanos en la ciudad, que abarca los cinco condados, está sumiendo en su peor crisis a la economía de la diáspora dominicana, cuyos propietarios y empleados, no vislumbran una salida, especialmente cuando las autoridades aseguran que la situación empeorará en abril y mayo.

Un panorama similar se verifica en ciudades de Nueva Jersey, estado que sigue los pasos a Nueva York con miles de contagiados y donde, sus autoridades han tenido que adoptar drásticas medidas para paliar la propagación de pandemia.

Aunque muchos de esos negocios, como los restaurantes, no figuran en la lista de cierre obligatorio ordenado por las autoridades estatales y municipales, y se limitan solo a vender comida para llevar y s hacer entregas a domicilio. La falta de clientes ha llevado a sus dueños a cerrarlos.

Por el día, se pueden contar los clientes que entran o que desde sus hogares piden los servicios de entregas y de noche; es casi nadie, por lo que especialmente los más pequeños y medianos establecimientos, son los que están sufriendo con mayor rigor los estragos de la crisis.

Además de que los propietarios tendrán que pagar las rentas, pese a los alivios prometidos por el Gobierno, los empleados, como cocineros y cocineras, ayudantes de cocina, camareros, deliveries, encargados de limpieza y mantenimiento y suplidores, están siendo sacudidos por la estrepitosa baja en las ventas.

Aparte de los restaurantes, salones de belleza, peluquerías, centros de uñas, discotecas, lounges, puestos de comidas en las calles, agencias de servicios múltiples y de viajes, estudios fotográficos, bodegas, establecimientos de antojitos dominicanos como chimichurris, yaroas, cachapas, empanadas, jugos, pastelitos y frituras, se suman al cierre.

La cuarentena obligatoria, decretada por el gobernador Andrew Cuomo, a partir de ayer domingo de 6:00 de la tarde a 6:00 de la mañana, empeora el panorama.

Uno de los comerciantes afectados, Julio Peña, y su esposa italiana Beatrice Tosti di Valdinuta, propietarios del reconocido restaurante “Il Posto Accanto” en la calle Segunda en el Bajo Manhattan, dijeron que la crisis los está afectando como nunca.

Pese a los esfuerzos con el uso de servicios incluso a través de internet, la respuesta de los comensales sigue en baja.

Anna Meléndez, que trabaja en una peluquería en el Alto Manhattan, dijo que el cese en su trabajo la tiene una situación precaria, porque aparte de tener que mantenerse en Nueva York, tiene que enviarle dinero a su madre enferma en la República Dominicana.

La propagación del virus significa que sus finanzas están disminuyendo, mientras sienten la necesidad de ayudar a familiares inmediatos necesitados en la República Dominicana.

“¿Cómo se supone que voy a enviar el dinero?”, preguntó Meléndez, de 47 años, que llegó a Nueva York en 2003.

“Antes podía enviarle $60 a la semana para sus medicinas y cosas por el estilo, pero ahora apenas puedo permitirme el lujo de comprar dos bolsas de comida. No sé cómo voy a hacer con esto. Es un dolor de cabeza”, añadió Meléndez.

Ese mismo dolor de cabeza se está extendiendo a los muchos dominicanos del Alto Manhattan.

Muchos están enviando dinero para pagar los colegios de sus hijos y otros, como la camarera Diana Martínez, están ayudando a sus padres ancianos.

Martínez, de 39 años de edad, que trabaja en el restaurante recién abierto “El Condominio”, en la calle 175 en el Alto Manhattan, dijo que la clientela y los pedidos han disminuido al extremo de que es muy poco lo que consigue.

Dijo que no encuentra la manera de decirle a su hijo que no tiene dinero.

“Mis padres dependen de lo que yo les envío, porque mi mamá y papá son viejos y no trabajan”, dijo la camarera dominicana.

Su compañera de trabajo Eybelin Luna, de 29 años, es la segunda camarera en el restaurante, que en la mayoría de los días, no tiene ningún cliente y sólo unas pocas llamadas al azar de pedidos de comidas para llevar o recibir en las casas.

Alexis Mendoza, de 46 años, empleado de una tienda de comestibles dijo que el impacto económico negativo tanto en la República Dominicana y entre los dominicanos fuertemente en Nueva York es devastador.

“Esto va está afectando a la economía aquí y allá”, dijo.

José Grullón, de 44 años, llegó a Nueva York a los 10 años de edad y es propietario de una pequeña tienda de ropa en la avenida Broadway y la calle 174, responsable de una familia cinco miembros.

En su negocio se han reducido las ventas en un 80% en las tres semanas que lleva la crisis del coronavirus.

El sábado Grullón estaba en el frente de su tienda con mascarilla y guantes, a la espera de los clientes que se convirtieron en fantasmas.

“Vamos a tener que cerrar a partir del lunes”, dijo Grullón. “Nos preguntamos si el Gobierno va a enviar realmente los $1,000 dólares que prometió y mucha gente va a confiar en que sí, o tendremos que acabar con los ahorros”.

El barbero Harold Colón, de 31 años de edad, envía dinero para mantener a un hijo de nueve años, y una hija de siete en la República Dominicana.

Dijo que antes del coronavirus, había semanas en las que se ganaba hasta $1,500 dólares, pero ahora está consiguiendo $345 en la tercera semana de la crisis.

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