Investigación Científica, Juventud y Educación

Mucho más que laboratorios, batas blancas, instrumentos o pizarras llenas de fórmulas y anotaciones es la investigación científica; más que señores extraños con barbas canosas y apartados del mundo sensible, cual vemos en películas o series de ficción. Es su aplicabilidad a través de una serie de pasos con sistematicidad y rigurosidad necesarios para indagar un problema de interés con la intensión de encontrarle solución.

Aunque la investigación científica representa para la juventud un reto, ya que su procedimiento minucioso y ordenado tiende a resultar tedioso para los mismos, es bien sabido que los avances y la evolución social que lleva el mundo es gracias a ella. De acuerdo con Bonilla (2012) el inicio de los jóvenes en la ciencia va a depender principalmente del rol del docente, ya que el mismo es quien se convierte en la vía para que esto suceda, ya sea suministrando las herramientas, técnicas y estrategias para la buena aplicación de la metodología de la investigación; permitiendo así el logro de los resultados esperados de los proyectos que pretenden realizar.

Somos el resultado de avances científicos y tecnológicos previos a nosotros; es decir que la ciencia impacta de manera positiva la sociedad, la transforma, la hace habitable, la humaniza, pero debe ser construida cotidianamente.

La construcción de la ciencia es posible gracias a la formación de nuevos investigadores, por lo que corresponde a los maestros y a las instituciones educativas promover la cualificación de una docencia orientada a la formación de actitudes científicas en los jóvenes.

El facilitar la formación de jóvenes investigadores debe ser una apuesta de las instituciones académicas y la educación en sentido general, que los lleve a aprender a interrogar, a aprender a aprender, y a estar más dispuesto a problematizar su propia experiencia de aprendizaje (Foerster, 1996). La pregunta sería: ¿Se está haciendo el esfuerzo suficiente para formar una actitud científica en la población estudiantil?

Ciertamente, el aula ha de funcionar como laboratorio de investigación y sus guías han de coincidir en una didáctica de la investigación (Rojas, 2009). De esta manera, la educación se vería como un paso importante y necesario para la formación e incorporación de motivados científicos jóvenes.

De aquí radica la importancia de vincular ciencia y educación formal; esto fundamenta la posibilidad de matizar este problema distinguiendo una investigación formativa, vinculada al aula, de una investigación científica en sentido estricto (Hernández, 2005). La investigación formativa aparece como problema pedagógico y didáctico orientado hacia la aplicación de estrategias de enseñanza y de aprendizaje por descubrimiento y por construcción, que promueve habilidades de flexibilidad, adaptabilidad e interdisciplinariedad o, por lo menos, el espacio para plantear y manejar problemas de una manera abierta, que se constituya en estrategia pedagógica para un aprendizaje significativo.

La producción de conocimiento a corta edad fomenta el intelectualismo social y revoluciona el pensamiento científico que suscita en la actualidad. Es conocida la forma en que puede cambiar un individuo, una sociedad, un país, e inclusive hasta el mundo con la ayuda de la investigación; y como las partes involucradas en este proceso son imprescindibles para la evolución de la historia. Vemos actualmente como en diferentes países europeos nuestra juventud gana reconocimientos por proyectos e innovaciones científicas, sin embargo; en ocasiones cuestionamos ¿Por qué no aquí en su país? Y aunque muchos opinan diferentes algo es inevitable; las variables juventud y educación van de la mano con la investigación.

La investigación es conocimiento, la educación es conocimiento, por ende, nuestra juventud debe enfocarse en la adquisición, preservación y evolución del mismo. Aunque nuestro país posee instituciones académicas que desarrollan e invierten en investigación, aún nos falta hacer de la misma una prioridad; y enraizar en nuestra juventud la relevancia de la misma y la factibilidad de su implementación.

En nuestros estudiantes se encuentra el futuro no tan solo de la investigación sino de la sociedad; es nuestro deber como país, en vía de desarrollo, el forjar nuestra marca como dominicanos en este mundo de la investigación científica, a través de nuestros jóvenes y su educación en la ciencia.

No es cierto que la juventud es el futuro del mañana, lo que sí es cierto es que, a la juventud de hoy, le toca construir la sociedad del mañana, y será un mañana promisorio, cuanto más se parta de la educación y la investigación científica.

José Jaquez, Eliana Payano y Romer Concepción
Maestrantes de Investigación Científica
Universidad Católica Nordestana (UCNE)

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